Culo de fresa, yo pongo la nata. Tú eres la chica de hielo y yo el que suda el whiskey.
Las imágenes se sucedían absurdas, vernos a través de aquel proyector no tenía sentido, yo sólo tengo ojos para tu boca, estoy deseando que me muerda. Sesenta años ya y si me besas ahora me muero aquí mismo, si no, esperaré cien años más. Tengo celos de las palomitas.
Ángel del cielo, yo pongo tus nubes. Tú eres Chernobyl y yo un niño mutante.
Recuerdo los paseos a la orilla del mar, te hablaba de olas como un tonto mientras tú me hablabas de aquel vigilante fornido. La crema corría por tu espalda, aún me estremezco al pensar mis manos por ella. Despertar es como morirse.
Luz del día, yo pongo las noches. Tú eres la china y yo el tabaco rubio.
No puedo más con tanto alcohol te decía mientras te sujetaba el pelo. Fuimos a comer al bosque y tallamos en un árbol nuestros nombres, esta noche he ido a poner que me trataste como a un perro y te amo, luego me he ahorcado aquí, justo encima de tu tumba. Sácame de paseo en el infierno.