Teoría, práctica y fin


Las campanadas llaman a la puerta, les abro los oídos nuevos. Luz y fábrica de realidad entran a matarme los sueños, tú mejor sigue durmiendo. Que el tiempo aún está por inventar: no hay relojes, sólo cuerpos. El día huele a sangre: la riña de los gatos allá en un patio, y aquí no paramos de cavar trincheras.
Qué iluso, quería cambiarle el nombre a la guerra. Qué saben las palabras. Contenedores y neumáticos como un decorado de televisión. Uniformes, porras y adiós muchachos. Me contagiaste el inconsciente.
Pasado irreparable, presente imparable, futuro intocable.
No me volvería a preguntar por los días buenos. Sabíamos que esa no era ya la cuestión, ni para el mundo, ni para nosotros.
Mejor hablar en presente. Nos damos una despedida de ahora o nunca, como siempre. La verdad huyendo de las palabras y quedándose con la voz y el valor que se levanta.
El camino vuelve a ser tuyo. El camino vuelve a ser mío. Pero es como si no fuesen de nadie.

Técnica infalible

El silencio es la mejor música. "El Montañés". Cualquier canción duele más que el silencio. "Apócrifo". Dice todo la página en blanco.
Cortar lo justo. Separar las capas dejando el espacio necesario para la extracción. Llegaremos a un punto de sección imposible. Cambiemos de herramienta a una más contundente. Una vez superado el obstáculo, puede abrirse la caja. No nos confundiremos. El movimiento y el sonido serán sus delatores. Debemos arrancarlo violentamente. Actuemos sin ninguna piedad. Puesto que ahora no servirá para nada, tiremos el objetivo lo más lejos posible. Para finalizar cerramos las capas en sentido inverso, primero la dura, luego las blandas. Pondremos especial cuidado en estas últimas. Así será más sencillo suturar. Nos será válido cualquier hilo bonito. Enhorabuena, si ha seguido el manual al pie de la letra... ya es usted un fascista como Dios manda.